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Que la bella y proporcionada nariz de la Cleopatra interpretada por Elisabeth Taylor no tenía mucho que ver con la que tuvo en realidad la reina es vox pópuli, pero quizá la importancia que el perfume y los aceites esenciales tenían en el Antiguo Egipto se deba a narices como la suya que supieron “oler” las múltiples propiedades de éste miles de años antes de que el Marketing Olfativo y la Aromaterapia irrumpieran en nuestra vida.

La aplicación del perfume en el Egipto de los faraones se asentaba sobre tres pilares fundamentales: Momificación, Ritos Religiosos y el Uso Privado.

Tras haber sido vaciados y secados, los cuerpos de los difuntos se llenaban de perfume. Los órganos de aquellos que merecían un proceso exclusivo de embalsamiento eran conservados en fragancias y, siempre que no estuviesen en cámaras selladas, eran perfumados anualmente en una ceremonia presidida por el Sacerdote.

Debido a la dureza extrema del clima egipcio, el uso de aceites corporales y esencias era muy habitual pues ayudaban a mantener la piel hidratada durante las largas jornadas de exposición al sol. Para obtener los aceites esenciales se recurría, principalmente, a los productos locales como el narciso, el lirio o la flor de loto azul. No obstante, los “perfumistas” de la tierra de las pirámides también supieron adaptar los brotes originarios del Asia Central para obtener resinas como el Styrax, diversos aceites y resinas del África del Norte como la de los cipreses o los productos tropicales del África del Sur. De entre todas las sustancias odoríferas, esencias y aceites que utilizaban destacan el Irium, El Sunisum y el Kyphi, siendo considerado este último El Perfume Nacional del País del Nilo, que  junto con el incienso y la mirra, formaba parte de los perfumes usados en los tres rituales aromáticos que se realizaban en los templos sagrados.

egipto perfume

Los egipcios daban mucha importancia al aspecto y cuidado físico en la vida y en la muerte y, aunque con matices, el perfume era un bien que estaba al alcance de todos. El perfume también formaba parte de la ornamentación de los grandes eventos en los que la aromatización estaba presente tanto en los recintos como en las copas, los platos o los suelos.

Aunque su presentación dista mucho de la actual, los egipcios también cuidaban todos los detalles. Entre los diferentes envases y formatos que usaban sorprenden las bolsitas perfumadas, antesala de los “sachets”, que eran usadas en los rituales amorosos como afrodisíaco.

Para la composición del perfume, los egipcios usaban grasas (animales y vegetales). Había tres métodos para la extracción: El Exprimido, consistente en exprimir las flores sobre telas enrolladas en dos palos que giraban en direcciones opuestas, La Maceración, donde el calor resultante de la cocción de las flores hace que los aceites esenciales sean absorbidos por las grasas, repitiéndose el proceso hasta que ésta quede completamente saturada. Y por último, El Enfleurage. Los pétalos de las flores son depositados en gasas impregnadas en grasa y se retira una vez la gasa está perfumada.

exprimido

Según numerosos escritos e historiadores, los egipcios se convirtieron en verdaderos maestros en el arte de la perfumería, pues eran capaces de crear perfumes que, tras años de almacenaje, olían con la misma fragancia e intensidad.

La prestigiosa casa Rancé cautivó al mismísimo Napoleón Bonaparte, Marilyn Monroe nos reveló que sólo se ponía unas gotas de “Chanel Nº5” para dormir y el malogrado presidente JFK no paró hasta conseguir que el exclusivo “Eight & Bob” estuviera en sus manos, pero la historia del perfume viene de lejos y, quién sabe si la fragancia de Cleopatra fue la culpable del rumbo que tomó la historia.

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